LA BELLA Y LA BESTIA EN SOL MENOR

…y la bella
se acercó a la bestia…

Acarició su costado.
Con la yema de su dedo índice
trazó círculos juguetones
en torno a su oreja…
Acercó el oído
a su corazón…
Palpitaba al ritmo del suyo…
Rozó apenas sus manos
sintiendo
un escalofrío
que atravesó sus entrañas.
Sus dedos temblaban
al contacto
de los bronceados pies.
Casi ni tocó
sus tobillos,
sus fuertes brazos,
la grieta donde percibía
sus dientes blanquísimos.

Luego, le besó la frente
con su nombre escrito en ella.
Le besó los ojos,
cerrados a la vida
hasta ese día.
Desabrochó con delicadeza
el único botón
y abrió
su chaqueta
de fieltro verde.
Posó las manos
en el pecho y,
sentada en sus rodillas,
besó aquella boca, acariciando
sus dientes marfileños.

La bestia exhaló
un suspiro de dolor
al rozar sus caries negras,
y los dos se abrazaron
con miedo a estar soñando.                     
                             
                                   (A mi ausente piano) 
                                                                  
La autora

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