LIMPIAR LA CASA
Sacude el polvo de tu
hombro derecho,
el que dejaste dentro del abrigo,
el que al desnudarse ya está
cansado del secuestro que
le impones.
Limpia de paso, el cajón de
en medio
—guarda en su interior los
dedos morados
que te aplastó el
mercancías en Baeza,
siempre andabas por dónde
no debías—.
Pasa la escoba por tu
hígado blanco,
se puso gris del color de
tu pelo,
y la chaqueta azul,
a la basura.
Tienes en los bolsillos
paja, sacúdelos
antes de que deriven en verdina,
y el pantalón rojo,
a la basura.
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