Soneto Shakesperiano
Día de asombro, día de soles malqueridos.
Humanidad irritada, mas, la tierra se muere
sin mostrar su belleza. Despiertos los sentidos
en una calle rota, mas, un siniestro, hiere
el aire sin rosal. Confuso va el cortejo.
Espeso entre su mano —de luto
extenuado—,
un dolor de ultratumba se mira ante el espejo.
Masculla entre sus dientes: “De morir voy cansado,
de viejo voy cayendo, con un esqueje en brazos,
con un árbol quebrado. Voy descalzo, llorando,
la vida de los muertos que llegan sin regazos ”.
Va el mediodía, a su paso, por la vida brindando.
Queda un silente espacio, solo, en la calle sola.
La rama diminuta, ve, lo que el viento asola.
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