Tic, Tac
Tocó
el aire del sur.
Olió
la sal.
Miró
su entorno e inclinando la cabeza,
oyó a su alma:
“Si
no respiro este aire, si no me envuelvo en pino.
Si
esta noche no miro este cielo de luz,
merezco la muerte.
Cierto
que el mar se hunde en mis oídos.
Cierto
que Chopin se descuelga y Cohen
penetra
por el mimbre de un canasto oxidado
pero
un tic, tac, es más poderoso que el agua,
que
el mar y sus sirenas. Más que las notas viejas
de
mi guitarra muda. Es más, la noche mía,
aquel
momento, aquel raro esqueje, tan alto,
la
malvaloca de esta mañana ante mis ojos,
el
chorro de la fuente, pequeña, dulce, sola.
Si
esta noche no toco la hierba, moriré.
Rozar
la humedad, lloro, rocío adelantado
de
la mañana. Risas de mi niñez teñidas
de
malvas y madroños al filo de los ríos.
Salidme
al paso, chopos que me disteis cobijo,
arces
que me enseñasteis a morir sin fortuna.
Salidme
al paso, puertas sin cerrojos, palabras
del Dios primero”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario