TROVADOR
Vuelve, poeta, a ser trovador del
aire,
coge tu citara, ponte el fajín de nubes
y traslada el universo.
Cántale a los luceros la locura del
amor.
Vuelve, juglar, a cabalgar las olas y
lucha con el agua y los delfines,
con ballenas y caballos, galopa las
mareas como pájaro el olivo,
derrite con tus huesos, los huesos de
la luna.
Trovador.
Coge en tus manos la rama que resbala en la tormenta.
Coge el despertar de la aurora y
vístelo de rojo.
Llórale al viento que se calme en su
alboroto, está como un loco
que quisiera llover.
Llórale, llórale al mismo Dios que
afloje las correas a sus centauros,
van destruyendo con sus cascos el silencio.
Trovador.
Que el invierno, no te maltrate.
El murmullo del invierno se mira en el
cristal de la tierra, y besa,
la vida de los brotes verdes en la
pared pintada de la rosa.
La madre es un mar de dudas sobre la
mesa del mundo.
El agua se lleva el dulzor de las
manzanas y lava la túnica
antes de que la memoria se haya ido.
Devuélvele la miel.
Trovador.
Despierta a las palomas con tu agónica
Oda.
Susúrrale al mediodía, al oído,
como cuando te vas
como un misterio por los andamios de la
noche.
Trovador,
lanza tus trompetas al mar.
Arrójale las mondaduras de tus
ciruelas.
Trovador.
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