¿Por qué no un Alejandrino?
                        
LAS VECES PERDIDAS

Hay veces que en mi parte blanca soy negro tronco.
Soy muro gris, pared aferrada a su hiedra.
Hay veces que el recuerdo se opone. Hielo, piedra,
y mis manos destilan olor a limón ronco.

Hay veces que el fantasma del invierno profundo
se tiende en mi regazo, duerme al atardecer.
Otras veces, me acuna la aurora en su crecer
y el corazón se duele con la muerte del mundo.

Y a veces, la tibieza. Me hunde, me asfixia y sonda
como el más cruel tormento, como el más fiel olvido,
ya es Caín violador apostado en la puerta.    

Y otras veces se vuelca mi alma
                                                y más se ahonda
en la ruina del débil susurrando un aullido
el naufragio de un hombre, en su vida
                                                             desierta.

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