MIS SEMBRADOS
Cantar la canción que adula a la pálida
mañana.
Llegar al jardín nunca sembrado, abrir la
tierra,
con mis manos plantar la nieve en la rosa y el
azul
en el jazmín.
Cruzar la empalizada como un fantasma
que no teme a los miedos.
Entrar por la puerta de atrás sin ser vista por
el acero,
sin tocar el rosario, sin rozar la sábana
meterme dentro
y dormir.
Salir al camino donde las amapolas esperan
los pasos vestidos de blanco.
Subir a los sueños prohibidos, bañarme en la
noche
de luna oscura, hacer un alto en el camino de
vuelta
y vivir.
Peinar mi pelo regado de incertidumbres, y
descubrir
que no pasa nada.
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