EL DIVINAL ODISEO
ÚNICO
SUPERVIVIENTE A LAS SIRENAS

Contra el agua se fundía la lucha del barco,
el crujir de los remos con prisa.
El ponto erizaba sus crestas 
tragándose la respiración unísona, agitada,
de los bateleros.
El divinal Odiseo
ansiaba la música prohibida…
y el ponto, se calmó como cabello sin aire,
solo los dedos marineros le arrancaban
una risa blanca.

Habría sido conciso, breve y rotundo en sus órdenes: 
“Atadme prieto.
No miréis mis cejas, mis angustias,
remad y apretad más fuerte mis cuerdas,
no sea que me suelte y vaya tras las sirenas…
Quiero escuchar…
Duele más la ignorancia…”

Como único espectador en el palco de un rey
ante el que las olas se amansan, pasó Odiseo
oyendo las promesas de sabiduría
llegadas con voces de otro mundo,
envolventes notas taladrando hasta
el último de sus poros…

…y pasó,
y supo que
la luz ya no es tan clara, que
la mañana está fría, que
la noche cubre a la mañana, que
la montaña oculta la isla, que
la borrasca cubre a la montaña, que
la niebla tiñe la casa y que
la música embauca… 

Y pasó,
dejando a las sirenas
con sus cantos de muerte.
Y pasó,
con el agua
                 en su cara.                   

                                                                               
Canto Gregoriano_Amelia Brigthman

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