HUBO UN TIEMPO

Por entonces, deambulé por el filo
de tus dedos. Como sirena
recostada en sus labios, recorría
las páginas de tu lenguaje
y, este fue, la única herramienta
para trasladar mis montañas.
Hubo un tiempo en que el Monte respondió
igual a un espejismo en el pálido río
sin el reflejo de una luna.
Yo podría ser el árbol dónde colgar
tus  manos frías o tu despertar,
sin una queja.

Luego, el choque de trenes allí,
donde se bifurca el cantar
con el principio de la vida,
donde la muerte fue un anuncio,
donde el mundo se desdobló
y, fue tan duro como arena.
                                                                     

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