YO CONFIESO

Antes de los espermas rondando por los nidos,
estaba fiebre de montaña
sin agua ni mansedumbre.
Ya desde el vientre,
balbucía mis raras pasiones por el arte.
De hecho, yo nací
como artista de circo.
No sé de dónde sacaría el mundo hacerme;
                                      “mujer de sus labores”.
Más tarde, con los años quedó patente mi amor
por el teatro. Fingí como nadie
la bondad, la entrega, y hasta ser dura
como el granito, y llorar sin alquimia.

Habría sido una Ofelia lánguida
en su desmayo, sin miedo a romperme
                               el fémur o el corazón.
Margarita Gautier en mi cuerpo superaría 
                                                                  a la Garvo.
Julieta  —la de Romeo—, habría
regado el escenario de cristal
antes de la última gota.

Yo quería un Cyrano de Bergerac
para ser su almohada
y oír su voz de granizo caliente.

Yo sería el propio Cyrano maullando como un gato a las estrellas.

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