NOCHE DE DIFUNTOS

Y luego está el día en que los fantasmas
salen a la calle. Te acercas, 
estás muy pálido,
me aterra tu pañuelo y tu ojo abierto.
Tu mirada congelada parece pedir auxilio
y no puedo ayudarte.
No des un paso más,
podrías caer rodando desde tu altura. Quieto,
déjame dormir esta noche
en cama blanda, aun cuando no creo
en la resurrección de la carne, puedo verte.

Ya ves, miro hacia atrás, incómoda,
como si tus manos muertas
dieran calor a mis hombros de pájaro
aterido, y puedo soñar,
con un cálido verde
                         que aún recuerdo en tus ojos.
Lloro por ti y por mí,
por los cerezos helados. ¿Recuerdas
la tierra roja vestida de nácar?
¿Los tarros de miel en terrones,
la nieve en nuestra puerta, y dentro el fuego?

¿En tu destino hay luz o eres un vagabundo
a quien le estorban muebles de un cielo galopante
y, sin embargo, tranquilo como el agua?
Dime, ¿oyes el canto de los pájaros
                                                         y el arrullo del río?
Dime, ¿encontraste la paz?
                                                             
                                                                                             

Louis Armstrong
Cuando a los Santos les toca desfilar

No hay comentarios:

Publicar un comentario