A PESAR DE LA LLUVIA

¡Taxi!
llueve en el techo,
llueve desde la sombra
                  del mundo.

El color, los paraguas, alguien cumple tres años. ¿Cuántos cumplirá el
taxista? Sumados los días de los conductores, seguro superan al final
del tiempo el millón, dos, tres, (…) pero el asfalto, pringado en agua y
aceite, no se dará por aludido.
La borrasca persiste a pesar del incordio siendo fiesta—, el cielo
tiene ganas de llorar a su antojo y la gente pasa con sus meses, y sus
días, y sus horas, y sus minutos… ¡clik!

La Sierpes sigue con sus mantones.
Tetuán con sus comercios.
El Duque con Velázquez
y San Fernando con sus visitas obligadas.

Y allí está el Chelo que toca, porque sí, porque para eso vive dentro
del corazón de la música.
La ciudad, es un suspiro largo de pies y de ojos cerrados, y de oídos
amansados, y de muertos del día siguiente.
La ciudad, es una incógnita reconfortada por un inmenso mar de
cabezas a medio amueblar —como Ikea.
                                                                                   

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