Mi amada flor de sauce. Mi dulce
amada. Amada
hija de los inviernos.
El día que te abriste al mundo
se enojó el mar
y la envidia detuvo las mareas,
pálido y
quebrado, el cielo.
El día que la lluvia sollozaba en
tu piel,
el viento, fue una flecha
enfurecida
y los encajes de los olmos
temblaron como las águilas
en medio de su muerte.
Mientras
la luz
forzaba los cristales.
Hui ying
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